Dejar tu tierra y moverte a otra, quizás desconocida, no siempre es una decisión fácil, pero el anhelo de seguir preparándote profesionalmente a menudo es el mayor impulso para lanzarte a esta gran aventura.
Es, probablemente, la razón por la que Elvis Eduardo España Ponce y Jefferson Daniel Sandoval Narváez han dejado Ecuador para venir a República Dominicana. Conscientes de que el mercado laboral es cada vez más competitivo, estos estudiantes obviaron la comodidad y la zona de confort y hoy agregan una experiencia al currículo, pero, sobre todo, una vivencia irrepetible.
Durante el cuatrimestre agosto–diciembre 2025, ambos cursan materias en el Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL) a través del programa de movilidad académica de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal): Elvis en Ingeniería en Redes y Comunicaciones; Jefferson en Agroempresarial. Aunque sus áreas de formación son distintas, comparten el deseo de crecer, aprender y explorar oportunidades fuera de su entorno habitual.

Elvis proviene de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, sede Esmeraldas. Ya conocía el programa de movilidad y soñaba con la oportunidad de vivirlo. Según explica, la selección en su universidad toma en cuenta el rendimiento académico, la conducta y la representación de los valores institucionales.

Jefferson pertenece a la PUCE sede Ibarra. Había escuchado del programa y siempre le generó ilusión, aunque no imaginaba vivirlo tan pronto. Relata que su proceso de selección se basó en calificaciones, responsabilidad y actitud. Para ambos, estudiar en el IEESL ha sido una experiencia inolvidable y muy enriquecedora en varios niveles.
Elvis destaca la calidad de los docentes y el acceso a herramientas que han fortalecido su aprendizaje. Afirma que la experiencia profesional fue aún más completa, ya que tuvo la oportunidad de realizar pasantías en la empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (Egehid), donde aplicó la teoría aprendida y adquirió nuevas habilidades.
Jefferson, por su parte, resalta la calidez humana que encontró desde su llegada. Valora la paciencia, el acompañamiento y la disposición de profesores, estudiantes y colaboradores, aspectos que le facilitaron adaptarse y sentirse parte de la comunidad. Explica que esta vivencia le ha permitido desarrollar independencia, ampliar su visión del sector agropecuario y comprender nuevas perspectivas profesionales.

El desafío común para ambos ha sido la distancia respecto a sus familias. Sin embargo, coinciden en que el buen trato recibido y la integración en la comunidad Loyola les permitió adaptarse con mayor facilidad. Mantenerse activos en clases, en proyectos y en nuevas amistades los ayudó a manejar la nostalgia y aprovechar al máximo la experiencia.
Sus familias, aunque los extrañan, celebran con entusiasmo este logro y valoran profundamente la oportunidad que representa para su formación.
Tanto Elvis como Jefferson animan a otros jóvenes universitarios a considerar la movilidad académica como parte de su formación. Para ellos, esta experiencia amplía horizontes, fortalece habilidades, impulsa el crecimiento personal y ofrece aprendizajes que trascienden las aulas.